Sidra Trabanco estuvo presente en la Feria Internacional de Turismo FITUR 2025 celebrada estos días en Madrid. Invitados por la Sociedad Regional de Turismo del Principado de Asturias, formamos parte de una mesa redonda en la que se analizaron los “Retos y oportunidades” que debe afrontar la cultura sidrera asturiana de cara al futuro.
El reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, concedido el 4 de diciembre del año pasado, a la forma en que vivimos en esta tierra nuestra bebida más emblemática supuso una satisfacción para todos los asturianos. Pero ahora comienza el verdadero desafío por mantener y defender ese legado milenario y, por supuesto, buscar nuevas maneras de desarrollar todo su potencial.
Ése fue el tema principal en torno al que giró este coloquio conducido por la periodista y Embajadora de la sidra, Marta Reyero. En él tomaron parte la consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte, Vanessa Gutiérrez, la viceconsejera de Turismo, Lara Martínez, el director del Museo de la Sidra de Nava, Juan Stové, el vicepresidente del Consejo Regulador de la DOP Sidra de Asturias, Guillermo Guisasola, y nuestra directora de Marketing, Comunicación y Ventas, Yolanda Trabanco.
En la charla se destacaron los elementos diferenciadores de la cultura de la sidra en Asturias con respecto a otros lugares, que le han valido el título de la Unesco. Entre otros, su arraigo en nuestra tradición, su carácter integrador y de construcción de la sociedad por cómo la consumimos, y la vinculación que genera hacia la tierra a través del cultivo de los pomares; además de acuñar una terminología lingüística propia en torno a su producción y consumo, y crear tradición oral en forma de cancios de chigre. Incluso dar forma a una iconografía característica encarnada en la figura del escanciador.
Todos los participantes coincidieron en que esta distinción a la sidra significará un atractivo añadido para el visitante hacia una cultura que ya estaba popularmente aceptada como patrimonio, pero que ahora además está acreditado por la más importante instancia a nivel mundial. Sin duda, despertará nuevas expectativas, nos pondrá en el mapa mundial y nos conocerán más. Por tanto, como manifestó Yolanda Trabanco en su primera intervención, “desde este momento hay que aprovechar la oportunidad del interés que despertará la sidra como producto y, además, generar una experiencia vivida en torno a ella”.
Para ello, habrá que canalizar todo el significado que para los asturianos tiene la sidra y venderlo muy bien. Para ello habrá que trabajar duro y estar preparados. Como ella misma explicó, en Sidra Trabanco llevamos tres décadas tratando de contarlo bonito, a través de nuestras visitas guiadas, de los eventos que celebramos en nuestros llagares, y de las experiencias que proponemos para acercar al público a la sidra, al mundo rural y a todo lo que representa. Y lo hacemos sin dejar de hacer lo que hemos hecho toda la vida, sidra, pero manteniendo su historia muy viva: el llagar de piedra con 100 años de historia, los toneles de madera, la cercanía al terruño que nos vio nacer… Todo para que la sidra no sólo se beba, sino que se viva.
“Pero”, como expresó Yolanda en esta cita, “hoy entendemos que la cultura sidrera tiene que ser mucho más que eso. Además de proteger a la sidra de Asturias con una certificación, hay muchas más cosas porque la sidra asturiana también es todo lo demás. En nuestra región y fuera de la DOP se produce el 80% de la sidra total de Asturias, y además está la sidra casera”. “Todo ello debe ser contemplado y protegido con un proyecto común que reúna y no excluya a todos los elementos que han hecho posible a lo largo de la historia la cultura sidrera asturiana”, recalcó nuestra Directora de Marketing.
De igual forma, es importante que, al igual que se pudo proteger en su día la botella después de la dura lucha en los tribunales de la Asociación de Sidra Asturiana (ASSA), hagamos lo propio con nuestro vaso; que asentemos en Asturias la costumbre de celebrar actos institucionales en torno a un culín y no un “vino español”, y que defendamos la terminología sidrera propia de los asturianos. Porque una espicha, un llagar o un chigre son lo que deben ser, y no podemos consentir que su esencia original se contamine con otros significados que acaben maleando su naturaleza y su esencia. Defender la terminología es protegerla y hacerla nuestra como siempre ha sido.
Otras piezas a cuidar con especial esmero son los pumares y los escanciadores. Mantener las pumaradas que ya existen e impulsar el cultivo de nuevos manzanos y recuperar extintas variedades tradicionales es fundamental si queremos conservar y enriquecer esta herencia cultural de nuestros antepasados. Igualmente, la figura del escanciador debe ser más que una imagen instagrameable o un recuerdo de nuestro pasado. Debemos respetarlo, valorarlo en cuanto representa una peculiaridad que nos define y, por supuesto, reivindicarlo como un elemento que añade un importante valor a nuestra sidra. “Hay que transformarlo en un maestro, en un artesano”, opinó Yolanda Trabanco.
Por tanto, es responsabilidad de todos los involucrados en el proceso de producción y comercialización de la sidra la de preservarla y avivarla, puesto que su consumo en Asturias continúa descendiendo peligrosamente en los últimos años. Hay que lograr que las generaciones jóvenes, más interesadas en la cerveza, no se desenganchen definitivamente de la cultura sidrera o habremos perdido el tren del futuro.
Todos estos escenarios demuestran que se necesita un plan de acción mucho más ambicioso, que implique tanto a cosecheros, llagareros, sidrerías, consumidores y, por supuesto, a la propia administración. Es indispensable aglutinar todas las fuerzas posibles para aprovechar esta oportunidad que se nos presenta para proyectar nuestra cultura sidrera al mundo. Pero, sobre todo, para no perderla aquí en nuestra querida Asturias.